Los termómetros infrarrojos no son dispositivos novedosos, pero este año han escalado en popularidad por la pandemia de coronavirus. Previo a este contexto, su uso estaba reservado al ambiente médico, pero ahora lo encontramos en prácticamente todos lados. Es que lo vemos a diario en las manos de agentes de tránsito, empleados de supermercados, bares, restaurantes, museos y estadios de fútbol, entre otros.
En consecuencia, se ha convertido en un elemento conocido por todos, por lo que es preciso profundizar sobre estos dispositivos. Sin lugar a dudas, la particularidad que más nos llamó la atención es que posibilita medir la temperatura corporal sin necesidad de estar en contacto físico.
Pero hay muchos otros detalles interesantes en los termómetros infrarrojos que vale la pena conocer, especialmente si estás analizando comprar uno.
¿Cómo funciona un termómetro infrarrojo?
También conocidos como termómetros láser, o pirómetros, estos dispositivos tienen un rayo láser por donde pasan, precisamente, los rayos infrarrojos.
Sin entrar en cuestiones técnicas, el método comprende la medición de la energía de luz (alojada en la banda IR) a través de un detector que lo convierte en una señal eléctrica.
Estas características son las que posibilitan que la medición corporal pueda llevarse a cabo sin entrar en contacto con el otro.
Los datos aparecen en una pequeña pantalla digital en pocos segundos y suelen ser extremadamente certeros. Los números son reflejados en Grados Celsius y Fahrenheit.
Actualmente, existen dos tipos de dispositivos, clasificados según los espacios en los que funcionan. Encontramos los termómetros de medición cercana y lejana (en los que profundizaremos luego).
Si bien la gran mayoría de los especialistas en salud coinciden en que la mejor zona del cuerpo para llevar a cabo el control de la temperatura corporal es la frente, es posible realizar el procedimiento en la muñeca y el oído también.